Mi abuelo partió de España con casi 30 años a Venezuela, antes del año 50, acompañado de mi abuela (la que cocinaba como diosa e impregnaba la casa a empanada gallega en 5 minutos), y al llegar a Anaco -la ciudad donde nací- montaron un restaurant llamado SUEVIA, con pocas mesas pero siempre estaba lleno.

Nunca preguntamos la razón y el "por qué" se fue de su país. Sabíamos que era un abuelo distinto, porque tenía un acento especial que no tenía el otro abuelo, y todos sus amigos también hablaban con ese acento extranjero. Es chistoso, toma mucho vino (y whisky), dice groserías que fueron nuevas para nosotros, como "me cago en 10". Por qué no 9 o 11, siempre era 10. Recuerdo que solo nos decían que la situación era muy mala en España y el abuelo se tuvo que venir a Venezuela para que pudieran estar mejor. Y lo logró. Le dejó un conocido nombre "El señor Camilo", tuvo 6 nietos y lleva 3 bisnietos. Pasó cosas muy duras, como que 2 de 3 de sus hijos y mi abuela murieron, y aún así, ahí va. Vive en una casa muy grande que construyó a la medida, ahora con poca gente, pero con muchos recuerdos. 

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Después de tantos años comprendo todo. Debo tener ese mismo miedo injusto de vivir en el país que te dio la vida. Conseguí mi nacionalidad española heredada de mi padre, sin saber que sería unos años después mi boleto de salida, esperando que el país de donde salió mi abuelo, reciba a alguien que viene del país que lo acogió a él con mucho cariño, para poder darle a mi familia un mejor futuro como el que tuvo "el abuelo grande", así le dice su bisnieto Gael, mi hijo.